
Los bizcochos de Osuna recuerdan, por su textura de seda, a los pasteles japonenses o a las "esponjitas" que comíamos de pequeños. Las religiosas los recubren de una capa finísima de yema de huevo, más ligera que las yemas de Santa Teresa, y los glasean con una película de azúcar. Pura perdición golosa.
La receta, rigurosamente secreta, única fuente de sus escasos ingresos y por la que se rigen desde mediados del XVIII, se pierde en los arcanos del tiempo. Nadie conoce su procedencia, pero es muy posible que posea el mismo origen que la que llevaron a Japón los jesuitas portugueses.
Su nombre es BIZCOCHO MARROQUÍ, aunque para su mejor comprensión lo hayamos simplificado en la descripción general. ¿Bizcochos marroquíes? Para nada proceden de Marruecos. Su origen se remonta a 1583, cuando el arzobispo de Sevilla don Rodrigo de Castro autorizó a las hermanas Luisa, Catalina, y Francisca, hijas de Cristóbal Marroquí, a fundar un convento en un palacio de Écija. Hace pocos años el recinto cerró y las religiosas se trasladaron a Osuna con la receta bajo el brazo.
INGREDIENTES: Azúcar, almidón de trigo, huevo, y la Gracia de Dios.
Convento de las Concepcionistas Franciscanas (Purísima Concepción). Año1566. Osuna, Sevilla.